
Sampedreño de los de toda la vida, abogado de profesión, y padre de Alba, así es el nuevo «presidente» de los 11 municipios que conforman la Costa del Sol, Manuel Cardeña, que desde este viernes dirigirá la Mancomunidad Occidental de la Costa del Sol, después de contar con doce votos a favor (once de los delegados del PP y uno de Compromiso Manilva), nueve abstenciones (los de los seis representantes del PSOE y los tres de IU) y un voto en contra (el representante de Por Mi Pueblo).
Manuel Cardeña Gómez sustituye así al alcalde de Benahavís, José Antonio Mena, su «amigo y casi hermano», al que ha agradecido antes que a nadie su posición como nuevo presidente de la entidad supramunicipal. Un discurso de investidura emocionante en el no quiso dejar pasar la oportunidad de acordarse de los que ya no están, en primer lugar, el que fuera presidente de la Mancomunidad, el malogrado Manuel Sánchez Bracho, uno de los artífices de la constitución del Centro Democrático y Social (CDS), y ex alcalde de Estepona, y de su madre, ‘Pepita’, también fallecida hace poco más de un año. Por supuesto, también ha sido protagonista nada más comenzar sus palabras la alcaldesa de Marbella, Ángeles Muñoz: «Ángeles mi carrera política siempre la he hecho a tu lado, y ahí siempre estaré como bien sabes». De la mano de la edil cordobesa, Cardeña se ha ido desarrollando a nivel político dentro del partido tanto en Marbella, como en la Costa del Sol y la provincia de Málaga.
Cardeña ha mostrado en su discurso preocupación por la etapa de sequía y ha fijado como eje de su mandato la racionalización del agua. Para ello ha recordado las importantes obras que desde la empresa pública ACOSOL, dependiente de la Mancomunidad, se están llevando a cabo en colaboración con la Junta de Andalucía, “que serán un seguro de vida para los habitantes de la comarca”.
También se ha referido a su intención de convertir a la Mancomunidad “en eje político de la comarca, en el banco de pruebas para abordar sus problemas estructurales, sociales, económicos… Hemos de gobernar, pero también proponer; administrar, pero también incentivar; gestionar, pero también imaginar”.
El recién elegido presidente concluyó afirmando que “una Mancomunidad es una unión basada en la conveniencia, en la eficacia, en la mejora de servicios y, sobre todo, y esto es muy importante, en la voluntariedad. Ningún ayuntamiento se ve obligado por la ley a entrar en una Mancomunidad, de modo que cuando lo hace es porque tiene la certeza de que le conviene, de que a sus ciudadanos les interesa porque obtendrán más servicios, serán de mayor calidad y además serán más baratos. Ese es el camino que debe seguir una administración pública moderna, comprometida con su tiempo, con su territorio y con sus ciudadanos. Y ese modelo de gestión solo puede ser abordado desde un modelo político en el que la gestión racional de lo público sea la piedra angular sobre la que descanse cualquier actuación. De esa manera salen ganando quienes siempre tienen que salir ganando, los ciudadanos, aunque ello nos obligue a los políticos, como servidores públicos, a un constante esfuerzo”.
Fotogalería de Doina Dimitrescu












