
La depresión se ha vuelto, desafortunadamente, el pan de cada día en nuestra sociedad y, en muchas ocasiones, las únicas salidas son el tratamiento terapéutico y la propia medicación, llegando a ser esta segunda la última opción cuando ya no ves más remedio para poder avanzar en el pozo en el que te encuentras metido. El pasado miércoles la joven esteponera tenía cita médica telefónica, la opción que se ha vuelto desde la pandemia la más común. Sin embargo, recibió la llamada sobre las 9.00 horas, y en ese momento no pudo responder, por lo que pensó que recibiría otra llamada a lo largo del día. No obstante, esa llamada no llegó. Intentó coger otra cita y, según la App Salud Responde, no había más opciones hasta la semana próxima.
Su madre, desesperada ante la situación y viendo la necesidad de su hija de comenzar la medicación cuanto antes, decidió acudir a Urgencias, al centro de salud oeste de Estepona, con la intención de que allí mismo se la recetaran. «La situación ya era insostenible. Yo voy a terapia y no quería tomar medicación, pero después de meses y meses empeorando y escuchando los consejos de mi terapeuta y de mi madre, decidí dar el paso a tomarme las pastillas para mi pronta recuperación. Sin embargo, jamás pensé que iba a encontrarme con lo que me encontré en Urgencias», nos explica la joven.
«Primero, como ya todos saben, llegas y tienes que dar tu tarjeta sanitaria y explicar por primera vez para qué acudes a la consulta, a lo que yo respondo que quiero que me receten unas pastillas porque llevo una semana esperando y necesito de manera urgente comenzar la medicación. Te sientas en la sala de espera, y esperas una media hora aproximadamente para pasar por un Triaje, donde te vuelven a preguntar qué es lo que necesitas, y donde vuelvo a explicar que estoy en una situación de depresión y de ansiedad muy fuerte y que necesito la medicación y que no puedo esperar una semana más a que me llame mi médico de cabecera. A lo que los enfermeros me cogen nota y me vuelven a mandar a la sala de espera una vez más. Tras otros 10 o 15 minutos esperando, nos hacen pasar a mi madre y a mí a la consulta y las primeras palabras que nos dice la doctora es: lo siento mucho pero yo no puedo recetarte esto (medicación que ya aparecía que había tomado hace unos años), tiene que ser tu médico de cabecera«, nos explica la afectada, quien no entendía por qué entonces había tenido que esperar en la sala de espera y no habían podido decírselo en la primera consulta con los enfermeros.
«No es nada grave»
La madre de la joven, desesperada y con lágrimas en los ojos, le explicó la situación a la doctora, alegando que llevaban una semana esperando y que solo habían recibido una llamada telefónica que no había podido ser respondida en el momento que se recibió, y que era urgente porque la situación ya era insostenible. «Le vuelvo a decir que yo no puedo hacer nada. Tienes que ir a las 8 de la mañana al centro de salud e intentar que te vea tu médico o coger otra cita», respondió la doctora, a lo que añadió el detonante de una fuerte discusión entre la médica y la paciente: «Además, esto no es nada grave».
Según nos cuenta la joven, fue la gota que colmó el vaso. Ya no fueron los minutos esperando en la sala de espera, ni siquiera la semana esperando la llamada del médico, ni los meses que había pasado yendo a terapia (pagando además porque si no tendría también una larga espera para poder ir por la Seguridad Social): «¿Quién eres tú para decirme a mí que esto no es grave? Dime que no puedes hacerlo y mándame a casa, pero no tengas el valor de decirme a mí que mi situación no es grave. Porque no tengo ni 30 años y estoy viniendo llorándote pidiéndote por favor que me recetes las pastillas porque ya no puedo más. Venimos mi madre y yo aquí, desesperadas, sin apenas voz llorando para decirte a ti como doctora y profesional que hay una persona que necesita urgentemente una medicación porque tiene depresión, ¿y me vas a decir que esto no es grave? ¿Tendría que venir con un esguince o un dedo partido?».
Cuatro pastillas para dormir
La joven finalmente abandonó el centro de salud mientras la madre intentó explicarle la situación a la doctora y encontrar una solución, la cual fue cuatro pastillas para que pudiera tomárselas antes de dormir durante cuatro días.
Finalmente, la joven cogió cita al día siguiente antes de las 8.00 horas a través de la App y pudo ser atendida ese mismo día, pero denuncia, no solo las largas esperas y el sistema sanitario en general, si no la falta de tacto por parte de aquellos que se suponen que están para ayudar y facilitarte la vida.