
El Guardián del Bosque, una figura de madera gigante, continúa ahí fijo, sentado en mitad de la naturaleza, con el corazón en su mano, mostrándoselo a toda la fauna que pasea libremente por los árboles de la Eco Reserva de Ojén. Pero algo ha cambiado: el corazón poco a poco está dejando de latir. Así se decidió en febrero de 2022 cuando la Junta aplicó la ley de parque zoológico e impuso una sanción de 101.000 euros, que se quedaría en unos 65.000 aproximadamente. Un gasto al que no puede hacer frente esta reserva, coordinada por la Agrupación de Ecologistas Pinsapos y Monte Aventura, y que les está «ahorcando» poco a poco.
Una reserva ecológica es un espacio protegido que tiene el objetivo de conservar la naturaleza y de educar en materia ambiental, algo que, según el coordinador Antonio Calvo, los animales han recibido de manera muy noble: «Antiguamente era un coto de caza, una reserva andaluza de caza, y ahora los animales están sorprendidos porque los nuevos visitantes no los corretean ni tirotean, si no que los respetan y admiran su belleza».
Estas personas que aman a estos animales y luchan a diario por mantener esta reserva de 82 hectáreas y más de 100 animales han pedido en varias ocasiones poder reunirse con José Antonio Viquez, delegado de la Consejería de Desarrollo Sostenible, Medioambiente y Economía Azul para poder encontrar una solución. «Después de un año cerrado aún no nos ha recibido para conocer nuestra problemática y nuestras inquietudes. No le estamos haciendo ningún mal a nadie», añadía Calvo.
Tal y como explica el ecologista, todos los cargos que pretenden imputarles son trabajos que la propia Consejería no llevaba a cabo. «Es una injusticia muy grande, llevamos casi un año cerrados haciéndonos cargo de la alimentación de estos más de 100 animales, que necesitan 300 kilos de comida diaria. Es un trabajo extraordinario», comenta.
Los animales tampoco se explican por qué ya no reciben visitas de niños y niñas que venían de colegios o de familias que acudían a Ojén los fines de semana para disfrutar de la naturaleza y de su fauna. «Creaba diez puestos de trabajo y reactivaba la economía del pueblo de Ojén, se llenaban los restaurantes y hoteles todos los fines de semana», señala.
A punto de tirar la toalla
Con lágrimas en los ojos, observamos a Antonio acariciar a Manolo, un jabalí que sobrevive gracias al trabajo que realizan en la reserva, y a Valentín, un ciervo que no se aparta de su lado mientras él nos explica la difícil situación que están atravesando desde hace un año. «Nosotros solo pedimos diálogo, sensibilidad y comprensión porque de otra manera no se puede resolver», añade.
Como bien explica, la sanción no va a beneficiar a los animales ni tampoco a la conservación de la reserva, la cual poco a poco está muriendo. «Nos va a ahorcar y nos va a impedir poder desarrollar nuevas instalaciones para poder abrir la reserva. Vamos a prolongar la agonía de la reserva y de estos animales», declara Antonio.
Gracias a empresas y a donaciones de particulares y voluntarios poco a poco siguen adelante pero no saben hasta cuándo aguantarán: «Un año sin ingresos, no tenemos para pagar a trabajadores. Hemos tenido muy buen respaldo social, la gente es consciente del valor ecológico de la reserva y hemos tenido un apoyo grandísimo. Pero la Junta ha prohibido también el acceso de voluntarios que nos estaban ayudando. ¿A qué reserva natural se le impide el acceso de voluntarios? Sin son ellos la columna vertebral de todo esto…».
La fauna y la naturaleza necesitan ahora de la Junta para seguir adelante. El corazón del Guardián del Bosque está dejando de latir; no dejemos que eso ocurra.
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