
Cuántos desayunos y cuántos madrugones se habrán pegado José y María durante 33 años nada más y nada menos para ofrecer el mejor servicio a todos esos clientes que han confiado durante más de tres décadas en su trabajo, en la calle Dulcinea, justo en frente del instituto Monterroso y del campo de fútbol San Fernando. Hoy, ambos se jubilan y dicen adiós a una etapa intensa que les ha dado tanto. Un lugar muy conocido por los esteponeros y esteponeras y que tantas buenos momentos ha vivido. La entrada y salida de los niños al centro escolar, los descansos de los profesores, los desayunos de abuelos, padres y madres, las risas de los niños tras una mañana intensa de escuela, la carne mechada y los buenos molletes, y un trabajo incansable de una familia que ha dedicado su vida entera a la hostelería.
Nos quedamos cortos en un artículo para expresar todo lo vivido durante estos años que les ha llevado sacrificio, lucha y constancia y que les ha permitido ser conocidos en la ciudad y realizar un buen trabajo. Como bien nos comentaban ellos, «ha sido nuestra vida entera». Y tanto que ha sido así. Un matrimonio, que junto a su familia, han levantando un negocio y han logrado mantenerlo durante tantísimo tiempo. «No estamos hablando de dos días. Son más de treinta años en los que la gente ha confiado en nosotros y estamos muy contentos«, añadía María, una de las propietarias que hoy, en su última día como trabajadora del bar, estaba acompañada de sus hijos y también de su madre, quien ha estado en la lucha también durante todos estos años al pie del cañón.
Unos recuerdos que quedarán impregnados para siempre entre esas cuatro paredes que han vivido todo lo que se puede vivir en un bar que mantiene su esencia durante tantos años, con una familia que lo ha dado todo para hoy, 22 de diciembre, poder decir adiós con una gran sonrisa. «Han sido muchos desayunos y muchos madrugones también. Y aquí estamos, el último día dando guerra», añadía José, con una sonrisa en la mano tras la barra, la cual no volverá a pisar después de haber echado el cierre este jueves a las 15.00 horas.
Ahora, les toca descansar y disfrutar de sus nietos y de una vida repleta de recuerdos y buenos momentos que tanto les ha regalado lo que ellos llaman «su vida entera». «Vamos a echar de menos la lucha del día a día. A ver cómo nos distraemos cuando estemos parados», recalcaba José junto a María, su mujer, quienes ahora tendrán que buscarse horas de entretenimiento y recordar con mucho cariño lo que ha sido hasta hoy su vida.
El negocio continuará abierto en enero con nuevos dueños y con toda una vida por delante para seguir con el legado que un día dejaron este matrimonio lleno de recuerdos y de una imagen plasmada en la memoria de los esteponeros que no se borrará jamás. ¡Hasta siempre, familia!