
Hay historias que son duras pero que acaban con un final feliz y ese es precisamente el caso de Julieta, una chimpancé que a finales de los setenta recorría la Costa del Sol disfrazada junto a su dueño como un atractivo para el turismo, que se hacía fotos con ella a cambio de dinero.
Julieta pasó años siendo explotada como un atractivo turístico pero al crecer, su dueño ya no podía sacarla, por lo que este pobre animal pasó más de diez años de su vida encerrada en una jaula que a penas tenía tres metros cuadrados.
Por fortuna, el animal fue encontrado por el Seprona en 1999. Presentaba un estado «deplorable» y de ahí que la ofrecieran a un zoo para su cuidado. Julieta acabó en Bioparc Fuengirola, donde lleva ya más de 20 años rodeada de los suyos, toda una una familia de chimpancés, y de cuidadores y veterinarios que garantizan su bienestar.
Desde el centro comentan que los años que el animal pasó en soledad, sin contacto, le provocaron algunos trastornos y, al principio, a su llegada al zoo, Julieta «estaba nerviosa, se arrancaba los pelos o se mordía los pies y las manos. Comportamientos anormales y peligrosos derivados de la situación que vivía”, según explica Jesús Recuero, veterinario y director técnico de Bioparc Fuengirola.
Además, desde e primer momento manifestaba actitudes tan humanas como dar abrazos o tirar besos a las personas, «conductas que dos décadas después aún mantiene y de la que los propios visitantes pueden darse cuentan si pasean alrededor de su instalación”, señala Recuero.
Con trabajo y paciencia Julieta ha logrado integrarse y en este 14 de julio, Día Internacional del Chimpancé, la suya es una gran historia que pone de manifiesto la necesidad de proteger una especie que se encuentra en peligro de extinción y cuya población sufre un continuo decrecimiento.
Y es que, según la ONU, en un siglo su población en libertad ha disminuido de una forma drástica, pasando de un millón a poco más de 150.000 ejemplares. De entre todas las causas hay que destacar el tráfico ilegal, situando a los primates como el segundo grupo de mamíferos que más sufren este comercio delictivo.
