
Tras varios días encallado en la playa de Carchuna (Motril), el ‘Neeveen’ ya ha sido reflotado y trasladado al puerto de la localidad granadina, donde quedará en depósito bajo custodia de la Capitanía Marítima. Probablemente sea subastado, o finalmente acabe en el desguace si no consiguen darle salida.
La operación de reflote ha durado alrededor de ocho horas, y muy probablemente la factura sea enviada a su último propietario, que al parecer huyó para no hacerse cargo del rescate. La embarcación naufragó el pasado 9 de febrero frente a las costas de Motril, tras sufrir una avería en los motores. El buque a la deriva fue arrastrado hasta la playa de Carchuna, donde encalló y sufrió una vía de agua.
Sus ocupantes, entre los que al parecer se encontraba su último propietario, un ciudadano francés, fueron rescatados por Salvamento Marítimo. El barco permaneció encallado en la playa a la espera de alguien lo reclamase, donde había llegado a convertirse en un reclamo turístico para la ciudad. Ahora permanece en la dársena del puerto de Motril, a la espera de que decida su futuro. La factura de los costes del reflotamiento será, con toda probabilidad. reclamada a su último propietario.
El yate de la ‘jet’ marbellí
Al Neeveen, ahora denominado ‘SK Yacht‘ y bajo bandera británica, le queda poco o nada de su antiguo glamour. En su época fue uno de los megayates más lujosos del mundo, construido por encargo del empresario saudí Mohamed Ashmawi y bautizado con el nombre de una de sus hijas.

Fue un símbolo de una de las eras doradas de Marbella: la de Jesús Gil y los saudíes. El ‘Neeveen’, atracado habitualmente en Puerto Banús, acogió las fiestas más sonadas de la ‘jet set’ marbellí, con presencia habitual de las personalidades más famosas de la época, como el actor Sean Connery.
Posteriormente fue utilizado por Jesús Gil para sus desplazamientos por mar durante la campaña electoral en la que extendió su partido a las ciudades de Ceuta y Melilla. Con el tiempo, el jeque Ashmawi falleció, y posteriormente también su hijo. El barco acabó en una empresa de alquiler de yates y fue adquirido por un francés, su último propietario, por un precio de 400.000 euros.
Mohamed Ashmawi fue un empresario de gran influencia en Marbella. Tras su fallecimiento, la ciudad puso su nombre a un bulevar, donde hay un monolito en su memoria.