
Rosario Luque
La violencia psicológica machista es una de las más crueles y destructivas que existen: se sufre bajo la incomprensión y bajo el invisibilidad más absoluta. YO SÍ TE CREO.
No hace mucho tiempo, entre amigas, escuchaba un desgarrador testimonio en un bonito bar de Málaga. Una de ellas, es abogada, inteligente, culta y buena. Pero, curiosamente, no mencionaba sus logros, sus proyectos, sus ilusiones o sus virtudes. Sólo hablaba de una cosa: de un ex psicópata, omnipoderoso y omnipresente…. Y lo hacía con el peso de una nube negra y grande sobre la cara. Narraba una historia llena de despropósitos, coacciones, injusticias, malos tratos psicológicos, estafas y amenazas. Mi amiga abogada, después de recibir nuestro consejo para que denunciara, expuso la siguiente solución ante su situación desesperada: “a no ser que te pegue un golpe en la cabeza, es imposible que la justicia actúe y que haga nada”.
En las últimas semanas las llamadas al 061 para pedir ayuda por violencia de género, tras el testimonio de Rocío Carrasco en televisión, han crecido un 42%. Yo no conozco a Rocío, y su posición económica o social es lo menos relevante en estos casos. Está demostrado que la violencia machista afecta a todo tipo de mujeres, independientemente de su estatus o procedencia económica y social. En este caso, lo que me ha herido ha sido ver en su alma el maltrato machista psicológico. Rocío es, sin duda, una víctima. Y cuando hay una víctima, existe un maltrato. Un maltrato que un tribunal de justicia ha ignorado y desestimado.
La mente y las emociones humanas son materiales altamente sensibles y delicados. Aislar es maltratar, los insultos son maltrato, el menosprecio es maltrato, la luz de gas es maltrato, la manipulación es maltrato, la coacción psicológica es maltrato, los gritos son maltrato, la utilización de los hijos contra una madre es maltrato, amenazar es maltratar, y así hasta la eternidad… ¿Y por qué muchas mujeres sufren esto? Porque la sociedad sigue siendo desigual y patriarcal. En ella el maltrato físico está reconocido, juzgado y perseguido, pero no somos aún sensibles a la salud mental. Por eso el maltrato psicológico se ejerce con total impunidad. La impunidad que aún ofrece la justicia y la comunidad.
Existen muchos tipos de maltratos y de maltratadores. Aquel maltratador que ejerce la violencia sobre su víctima y quiere salir impune, sabe que se puede matar lentamente, o maltratar de una manera invisible. Puede destruir a su víctima de una forma que la sociedad y que la justicia, a día de hoy, apenas reconocen. Por eso se hace fuerte, poderoso y criminal; mientras, la víctima, se hunde y se ahoga irremediablemente en un mar de tiniebla.
“Mientes”, “es sólo tu verdad”, La culpa es tuya”, “es tan simpático y tan salao…. Es un buen hombre”. Al dolor del maltrato, se une el machaque psicológico, la culpabilidad, la incomprensión, la revictimización y la enorme injusticia patriarcal. Muchas veces incluso de nuestro propio entorno y allegados. La sociedad acrecienta la herida.
¿Dónde están los datos oficiales de las víctimas de la violencia machista psicológica? ¿Dónde están los mecanismos para prevenirla y combatirla? ¿Dónde está la asignatura de perspectiva de género en las facultades de justicia? ¿Dónde están las condenas públicas, sociales y judiciales hacia aquellos que maltratan a estas mujeres? En ningún lugar, porque, a día de hoy, la violencia machista psicológica no existe. Sólo en el alma, en el rostro, en las inseguridades y en la vida destrozada de las víctimas. La cantante jienense Zahara, afirmaba recientemente en un artículo que “le costó más gestionar el maltrato psicológico de su primer novio, que el abuso infantil”. Me quedo sin palabras. Ante el desgarrador testimonio de las víctimas, no hay nada más que añadir. Sólo exigir COMPRENSIÓN, JUSTICIA, FEMINISMO E IGUALDAD.